26 febrero 2010

Mi niño no me lee nada (II)

En el anterior artículo, hablábamos de leer un rato todos juntos. Claro que para eso hay que tener libros que leer, así que vayamos a adquirirlos. Hablemos de librerías...

No le compres libros.

Sí, sé que parece contradictorio con una serie de artículos que pretenden ayudar a motivar el proceso lector, pero permitidme que lo explique del todo antes de echarme a los leones.

No le compres libros. En vez de eso, dedícale una tarde (o una mañana, si no hay "cole") e iros juntos a una librería. Seguro que tienes alguna que es tu preferida. Convierte esa pequeña excursión en un momento único. Disfruta charlando con él/ella durante el trayecto. Que sea algo especial, no un punto más en el itinerario de supermercado-tintorería-academia de inglés. Los sábados por la mañana son maravillosos para ello. Una vez en la librería, ármate de calma y paciencia. Las primeras veces es posible que no esté acostumbrado a vuestro nuevo momento lector, así que le va a resultar algo un tanto extraño. Y ahora, ofrécete a comprarle un libro. Pero, y aquí viene el quid de la cuestión, no se lo compres tú. Déjale vagar entre los estantes, pasear entre páginas lomos y portadas, y que sea él quien escoja su lectura. Anímalo a ello. Pero que no se sienta observado ni vigilado. Aprovecha tú también ese rato para echar un vistazo. Al fin y al cabo, la idea es que disfrutéis ambos de la experiencia.

Tras un buen rato (o en unos segundos, depende de su manera de ser), aparecerá con un libro. Y ahora llega el momento más delicado. Es el momento en que él/ella espera esa mirada reprobatoria, ese comentario que desautoriza su elección, ese instante de frustración porque no ha cumplido tus expectativas. El libro es demasiado sencillo, demasiado infantil, demasiado complicado, demasiado raro, demasiado... No es el libro que tú hubieras escogido para él/ella.

¿Y qué?

Es el libro que a él/ella le ha llamado la atención. Algo en ese libro le ha parecido atractivo, interesante, simpático, misterioso, sugerente... En definitiva, esas cualidades que hacen nacer el amor y el afecto cuando nos relacionamos con otras personas... y también cuando lo hacemos con los libros.

No te estoy pidiendo que le dejes escoger cualquier cosa. Evidentemente, hay temas que , de acuerdo a tu opción moral o religiosa, consideras que aún no son adecuados para él/ella. En ese caso, explícaselo. Dile que crees que el tema que trata ese libro no te parece bien todavía. Todavía es una palabra importante. Todavía dice que más adelante quizás sí. Todavía invita a nuevas aventuras lectoras en el futuro.

Lo que sí te estoy pidiendo es que no bases tu prejuicio contra el libro en tus gustos lectores, en la sencillez o dificultad de la obra. Él/ella no es tú. Tiene sus propios gustos, sus propios intereses. Si es demasiado sencillo, magnífico; en breve podrá decirte, orgulloso/a de su logro, que ha terminado el libro que se compró y si le ha gustado o no. Si es demasiado complejo, no te preocupes, no repetirá ese error. Pero más vale que lea medio libro (o un cuarto, o una décima parte, tanto da) porque a él/ella le apetecía que ninguno porque es el que tú le has escogido.

¿Permitirías que alguien te escogiera tus amigos basándose en sus preferencias personales sin tener en cuenta tu opinión? ¿Verdad que no? ¿Qué más da si tu amigo no es brillante si le quieres igual? ¿Qué importa si es complejo y rebuscado si es por esa persona por la que sientes afinidad? Pues eso... ¿No has escuchado nunca aquello de que un libro es como un buen amigo?

Resumiendo, la propuesta es la siguiente: No le compres libros, deja que sea él/ella quien los escoja y acompáñale en el proceso. Y sobre todo, disfrutad juntos de la experiencia.

3 comentarios:

Juanjo Rubio dijo...

Está muy bien la propuesta. Para que muchos padres tomen nota.

Saludos.

yo dijo...

Me ha gustado mucho tu blog! Felicidades, espero poder seguir leyendo habitualmente.

clases particulares dijo...

Muy interesante.

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